La falta de espacio suele ser el pan nuestro de cada día en muchos hogares. Según datos de Ikea, la superficie media de una vivienda en España es de 76-90 metros cuadrados. En las ciudades este tamaño aún es menor, donde no son raros los apartamentos de apenas 40 metros cuadrados. Sin embargo, más que un hándicap real, se trata de una cuestión de buen diseño: en realidad no existe espacio pequeño –al menos no en términos absolutos–, sino mal organizado. Echando mano de la imaginación y de la infinita gama de soluciones que nos ofrece el mercado, podemos sacar partido de los metros disponibles y lograr que nuestro minúsculo apartamento sea el colmo de la amplitud y la comodidad. Hé aquí diez claves infalibles para conseguirlo.
EJERCICIO DE SÍNTESIS
Como acabamos de sugerir, el tamaño es relativo: hay pisos de 100 metros que parecen una ratonera porque están recargados de cosas. Lo importante es que un espacio cumpla con su función: contener los objetos que nos rodean y nos acompañan. Hacer un ejercicio de síntesis sobre qué es lo que realmente necesitamos para vivir bien debe ser el punto de partida para lograr un espacio cómodo. Es una cuestión emocional, pero con claras repercusiones en el diseño y la arquitectura.
DISTRIBUCIÓN EQUILIBRADA
Según el estudio Ylab, en términos de organización espacial es importante definir estrategias lógicas: establecer prioridades, dando más metros a los espacios más relevantes, unificar diversos usos en un mismo ambiente y plantear el mobiliario desde el principio. La distribución final ha de resultar equilibrada y respirar. “Lo esencial es partir de un concepto fuerte de diseño y aplicarlo de forma consecuente”, concluyen.
MUEBLES, POCOS Y GRANDES
Cuando se dispone de un espacio reducido se suele pensar que, por lógica, lo recomendable sería utilizar mobiliario también reducido. En cambio, lo que verdaderamente se debe reducir es el número y tamaño de los muebles. Nuestro cerebro es sensible a las distracciones, y cuantos más elementos perciba, aunque sean pequeños, menor parecerá el espacio. Por contra, un mobiliario suficientemente grande y continuo que evite ruido visual –como el aparador de la imagen inferior, del mismo color que la pared– dará una sensación de mayor amplitud.
¿MODULAR O A MEDIDA?
A priori, y aunque resulte más caro, el diseño a medida parece la mejor solución para sacar el máximo partido de los metros disponibles y lograr una mejor integración del mobiliario en el espacio, sobre todo si este tiene una geometría complicada: cubiertas inclinadas, retranqueos, esquinas cerradas… Pero en habitaciones de formas convencionales, las series modulares ofrecen una alternativa más económica y eficaz gracias a la flexibilidad que permite la combinación de elementos de diversas medidas.
PENSAR EN VERTICAL
Aunque manejemos metros cuadrados, en realidad el espacio que ocupamos es tridimensional, así que es hora de familiarizarse con los metros cúbicos. Las dobles alturas son un recurso de eficacia probada cuando la estancia dispone de una altura suficiente (mínimo 3,5 m); por ejemplo, para crear un altillo como el de la imagen inferior, en el que puede ubicarse un dormitorio, una estancia donde no es necesaria la altura mínima reglamentaria de 2,5 m.
DERRIBAR BARRERAS
La supresión de particiones internas para unificar espacios opera en un doble sentido: por un lado, ayuda a que la luz natural llegue a todos los rincones; por otro, elimina zonas muertas y aumenta el sentido de perspectiva, poco habitual en los ambientes pequeños. Y si se trata de zonificar, existen soluciones soft, como la pieza que separa el estar del dormitorio en la imagen de apertura del artículo, que no desvirtúan el carácter diáfano de un espacio.
EL PODER MULTIPLICADOR DE LA LUZ NATURAL
La sensación de amplitud está directamente relacionada con la luz natural. Cuantas menos paredes y más ventanas, mucho mejor. Los materiales son también potentes amplificadores de la luz, por lo que huir de acabados oscuros es imprescindible para que la decoración juegue a nuestro favor y nos brinde más luz.
ILUMINAR CON ACIERTO
Al igual que la luz natural, la iluminación artificial tiene un papel fundamental en la percepción de las dimensiones de un espacio. Un mal proyecto lumínico puede arruinar la mejor distribución generando zonas de sombra o creando una iluminación “plana” que elimine la sensación de volumetría. Por regla general las luces que se proyectan desde el techo elevan la mirada hacia arriba, lo que proporciona sensación de altura. En cuanto a las lámparas, si la falta de metros es acuciante lo mejor es olvidarse de los modelos de pie y apostar por focos, plafones, apliques y luminarias de sobremesa.
EL COLOR LO CAMBIA TODO
Existen colores que multiplican el efecto de amplitud de la luz natural. En primer lugar, obviamente, el blanco, seguido de tonos neutros como cremas, tostados, grises o beige. El color en la pintura es también una herramienta para jugar con la profundidad y perspectiva de un espacio. Para que una habitación alargada parezca más cuadrada se recomienda pintar la pared del fondo de un color cálido, mientras que pintar el techo de un color más claro que el de las paredes hará que la estancia parezca más alta.
FLEXIBILIDAD ANTE TODO
Un espacio pequeño exige pensar de modo diferente. No hay nada más frustrante que intentar encajaruna vivienda estándar en un piso de 40 metros. Por eso, arquitectos e interioristas apuestan cada vez más por soluciones originales, especialmente piezas móviles como paredes y muebles escamoteables para solapar funciones en un mismo espacio. “Cada vez tenemos más cosas y hay que buscarles un sitio en la casa para que no molesten y, a la vez, sean accesibles”, dicen desde el estudio elii.
Visto en arquitecturaydiseno.es